¡Mire! ¡Ahí va otra!
Se desata la confusión. Todos caen encima el uno del otro en un intento de escaparse, pero es demasiado tarde.
Atemorizado el joven mira a los dos punticos rojas en su tobillo. Un grito se forma en su garganta, abre su boca pero no sale ningún sonido. Alguien lanza una maldición al aire mientras ataca a la serpiente. Se descacha y maldice otra vez.
Silenciosamente el reptil se desliza hacia su próxima victima, una niñita que juega tranquilamente en la arena. Su cuerpecito convulsiona y de repente se desploma.
Mientras las serpientes venenosas se deslizan de tienda en tienda, los sollozos de los enlutados se mezclan con los chillidos de las victimas.
El verso 6 del libro de Números capitulo 21 anuncia la realidad sin rodeos: murió mucho pueblo de Israel.
“¡Mírela! ¡Mírela y vive!”
El llanto de histeria cesa a la medida que los que son mordidos creen. Ellos miran y viven.
Esto es lo que Dios dijo a Moisés: Hazte una serpiente, ponla en un asta. Todos los que sean mordidos y la miren, vivirán.
¿Entonces, que trajo la vida a los moribundos? Una fe sencilla en la provisión de Dios, una fe implícita en lo que él dijo y una fe profunda en Dios mismo.
¿Había unos que consideraban el remedio demasiado sencillo? O ¿demasiado ridículo? No sé. Leemos: Los que eran mordidos, miraban a la serpiente de bronce y vivían.
Yo escucho un suspiro profundo entre esas palabras en el versículo 9 y la próxima frase en el versículo 10: Los Israelitas se pusieron en marcha. Un suspiro porque dejaban el terror de la mordida de la serpiente atrás, porque un alivio había llegado; porque Yahveh había provisto en su infinita misericordia el camino a la vida. Ellos suspiraron por sus muertos que habían dejado enterrados en la arena, y se pusieron en marcha.
A este punto, muchas preguntas llegan a mi mente.
Antes de ponerse en marcha ¿quién bajó el asta? ¿Quién decidió si llevarían la serpiente de bronce con ellos? ¿La llevaron?
Tal vez estas preguntas no son importantes. Pero acompañémonos a los Israelitas en su marcha unos siglos más adelante y nos toca enfrentar otra pregunta. Y esta pregunta sí es importante.
¿En que momento empezaron los Israelitas a adorar la serpiente de bronce?
Segunda de Reyes capitulo 18 relata el encuentro de Ezequías con esa serpiente. El versículo 4 lee: destruyó la serpiente de bronce que Moisés había hecho, pues los israelitas todavía le quemaban incienso.
Espantoso, pero fue una realidad; fue una descarada idolatría.
Pero es tan fácil hacer lo mismo en nuestro ministerio, en nuestros servicios, en nuestra vida cristiana. Yo lo he hecho. Seguro que usted también.
Ocurre tan sutilmente cuando el como, o el que o aun el cuando llegan a ser mas importantes que el quien. Ocurre cuando los ojos de nuestro corazón desvían su mirada hacia lo visible, hacia lo temporal.
¿Podría ser que el énfasis de una doctrina en particular llega a ser más importante que el mismo Cristo?
¿Podría una enseñanza ungida reemplazar al Ungido?
¿Podría una verdad engañarnos a creer que ésta es más importante que la Verdad?
¿Podría un hombre de Dios desviar nuestros ojos de Dios?
Continuará...