Cristo vino a traer el Reino de Dios a la tierra1. Él vino a este mundo, nacido de una virgen, es decir Él que le dio esa vida natural fue Dios mismo. Espiritualmente Jesucristo durante toda Su vida permaneció en el reino de Su Padre, aunque como hombre físicamente vivió aquí en la tierra2.
Su vida fue dirigida por Dios Padre y por eso todo lo que Él hizo fue perfecto. Él se colocó en la posición de siervo, haciendo la voluntad de Dios y precisamente Su vida se caracterizó por hacerse obediente hasta la cruz3.
Él vino a volvernos al Reino de Dios porque todos habíamos nacido en tinieblas sin tener la posibilidad de salir de ellas. Nos entregó a todos la libertad del Reino lo cual es: poder escoger vivir en el Reino de Dios o en tinieblas.
El que cree en Cristo ya no permanece en condenación o sea en tinieblas sino que sale de ese reino para vivir en la Luz4.
El sacrificio de Cristo en la cruz pagó por todo lo que la humanidad había hecho, hace y haría en tinieblas, junto con las consecuencias de dichos actos. También venció a Satanás y todos sus demonios. La fe genuina en Cristo como único Camino y Salvador es suficiente para activar el poder de Dios que nos traslada de las tinieblas a la Luz5. Ya tenemos la oportunidad de vivir en la Luz.
Claro está que el que cree en Cristo para salvación también acepta el gobierno perfecto de Dios sobre su vida y busca vivir permanentemente en ese Reino en todas las áreas. Para el verdadero creyente en Jesucristo, la vida en el mundo de las tinieblas se abandonó para siempre.
La meta de vida para el cristiano es permanecer en Cristo y disfrutar su nueva identidad, decidir buscar el Reino de Dios primero que todo, desear profundamente una relación con Dios y ser dirigido por Él en todas las áreas de su vida.
Lea a continuación esta oración que acompañada con la fe total en Cristo le trasladará de tinieblas a Luz:
Señor Jesucristo, creo de todo corazón que yo, junto con toda la humanidad, nací en el reino de las tinieblas, bajo la condenación eterna por causa de mi pecado y el de mis ancestros. En ese estado no había nada que yo podía hacer para ser salvo.
Por eso el amor de Dios se manifestó en Jesucristo que vino a este mundo y fue obediente al Padre hasta la muerte en la cruz. Allí en aquella cruz pagó por mi pecado, sufrió mi dolor y llevó mis enfermedades y también los de mis ancestros. Él resucitó de entre los muertos y quiere que yo entre en Él para entrar en el reino de Dios.
Hoy decido entrar en Cristo, someterme al Reino de Dios y disfrutar mi nueva identidad como hijo de Dios.
Enséñame a vivir espiritualmente en Tu Reino obedeciéndote siempre. Quiero ser embajador de Tu Reino.
Gracias por amarme tanto. Amén.
Después de leer esta oración y aceptar todos sus términos la puede hacer con entendimiento.
Ya que usted ha nacido de nuevo en el Reino de Dios, querrá saber cómo se vive y como se disfruta espiritualmente este Reino.
1Mt 3:2 2Juan 3:13 3Fil 2:6-8 4Jn 3:16-18 5Col 1:13-14
Continuará…